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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

septiembre 08, 2004

Y, sin darme cuenta, llegó el visitante 2,500. Gracias.

I.
Invité a cenar a un grupo variopinto de amigos, para mostrarles mis nuevas tortugas, tres ejemplares de una rara especie fascinante que, dicho sea de paso, entraron al país de manera completamente ilegal.
Pero el tráfico, entre otras cosas, hizo que volviera tarde a casa y ya no pude preparar la cena con la calma y la parsimonia que ameritaba. Menos mal que cuento con ese frasco de hierbas muy exóticas (hindúes, principalmente) para aderezar, de manera mágica, la más mísera ensalada; que si no...


II.
Las tortugas fueron muy alabadas, y pasamos a la mesa tras un par de copas tomadas en la sala. Sin embargo, conforme la cena transcurría, noté algo extraño en el comportamiento de mis invitados.
Aclaro: no bebo alcohol y no me drogo; así se comprenderá mi asombro al descubrir un aletargamiento cada vez mayor en la conducta y movimientos de mis convidados, una acelerada disminución de velocidad en su habla y, en suma, que daban la impresión de ser autómatas que menguaran su potencia cotidiana; o mimos, que actuaran una película en cámara lenta, muy lenta. Algunos llegaron, incluso, a un estado de inmovilidad pétrea. Ataraxia total.

III.
Los que ya despertaron marcharon a la calle, con paso lento, mucho más que el de una persona anciana. Los demás siguen durmiendo pese a que han transcurrido casi 24 horas.
Con todo esto, he olvidado poner comida a mis mascotas. Voy a la alacena de la cocina, tomo el frasco y ya voy a arrojar parte de su contenido dentro de la pecera, cuando descubro que, por error, he tomado aquel de hierbas exóticas, principalmente de la India.
Entonces, con la velocidad de un rayo, con la rapidez que hacemos un descubrimiento en nuestra mente, comprendo qué fue lo que pasó. Chin.


Luisfey, 7:18 a.m.

septiembre 06, 2004

Efecto y causa. No hay casualidades.

1.
Hace unos meses, el encargado por la alcaldía de mantener ordenado y presentable uno de los pocos pulmones de esta ciudad, Parque Central, fue removido de su cargo con gran escándalo: en su afán por erradicar la ya bastante obvia plaga de ratas del jardín, visibles aun a plena luz del día, erradicó y mató igualmente ardillas y otra fauna que nada tenía qué ver.
Lo que más recuerdo del escándalo fue el tamaño descomunal de los repulsivos roedores, y también la cantidad que de los mismos sacaron a carretadas.

2.
Anoche cené con una amiga que invitó a un matrimonio amigo suyo que yo no conocía. Resultó una pareja muy agradable pero también muy loca, pues a falta de críos han llenado su casa con gatos, perros callejeros, peces, tortugas, hamsters, etc. Se confesaron incapaces de matar una mosca, así como dispuestos hacia todo animal desprotegido: meses atrás apareció un "ratoncito" en su cocina, ellos no tuvieron el ánimo para asesinarlo, y pronto aquel animalejo se convirtió en dos, tres y luego decenas, a los que, cuando la pareja comprendió que no podrían conservar por más tiempo, metieron en una pecera vacía y sacaron de su casa para mudarlos "a un habitat más adecuado". Agregaron, con verdadero pesar "No crean que fue fácil desprenderse de ellos, ya nos habíamos encariñado mucho".
Algo en mi interior, que no sé qué habrá sido, me hizo preguntarles "¿y dónde los botaron?"
Con una gran sonrisa, respondieron a duo, como hacen las parejas bien avenidas: "Los dejamos en Parque Central".

3.
Reflexioné.
Até cabos.
Solté una larga y estruendosa carcajada y mi anfitriona y sus invitados me miraron como si hubiera enloquecido.

Luisfey, 7:17 a.m.

septiembre 05, 2004

Problema de cálculo

Te equivocas: el límite de mi tangente cuando tiende a infinito es la integral de tu seno.

Luisfey, 1:41 p.m.

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