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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

septiembre 28, 2005

I.
Gordon es un buen policía.
Greg es asesino serial de mujeres maduras, rollizas.

II.
Gordon es asignado al caso y piensa que atrapará al asesino si se disfraza de mujer.

III.
Greg sigue, con la cautela de siempre, a aquella madura y rolliza mujer.
Gordon sabe que aquel sospechoso viene detrás suyo y disminuye el paso.

IV.
Greg alcanza a la mujer y le pregunta cualquier cosa: la hora, una dirección.
Gordon, quien estaba alerta, se muestra accesible.
Greg sonríe.
Gordon sonríe.

V.
Gordon acepta tomar una copa con el sospechoso para hacerlo caer.
Greg sabe que en la copa de esa madura y rolliza mujer puede verter el somnífero, preámbulo a su ritual de asesino.
Gordon, por alguna razón, comienza a dudar de que aquél sea el asesino serial de mujeres maduras y rollizas.
Greg, por vez primera, se da cuenta que no desea verter el somnífero en la copa de aquella mujer madura y rolliza.
Gordon dubita y vacila.
Greg invita a aquella madura y rolliza mujer a su departamento.
Gordon accede.

VI.
Greg decide que, tras esa noche, sentará cabeza.
Gordon sabe que, lo vivido esa noche, implicará su renuncia al cuerpo policíaco.
Greg le ofrece vivir juntos.
Gordon accede, y decide que no le descubrirá la verdad mientras pueda.

Luisfey, 7:40 a.m.

septiembre 26, 2005

Segunda llamada, segunda: leeremos Alberto Chimal y un servidor, en el Cuore Café, de Álvaro Obregón 179, el sábado 8 de octubre, a las 19 horas. Les esperamos.

I:
Glenda engordó tan velozmente que todos la supusieron, si no muerta, al menos sí retirada del medio de las candilejas y los cabarets. Glenda, la escultural danzarina, desapareció de la noche a la mañana de los escenarios y de los periódicos.

II:
Glenda, en la soledad de su departamento, es una masa deforme y obesa hasta la exageración, que odia a la Glenda que antes fue.
Glenda, de hecho, ha puesto en las paredes de su departamento fotos de aquella esbelta y sensual diva.
Glenda, a cierta hora del día, arroja dardos y flechas a los posters y afiches, gozando cuando la punta atraviesa el rostro de la vedette a la que detesta con furia.
Glenda planea borrar de la faz del planeta todo lo que pueda recordar a la diosa del baile exótico.


III:
Glenda, deforme monstruosidad, asesinará esta noche a Glenda, belleza erótica, quien, pese a no existir más en el planeta, sigue viva y de qué modo, en su mente y memoria.

Luisfey, 7:27 a.m.

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