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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

enero 27, 2006

7.
La investigaciòn se ha detenido. Hay que hacer un tràmite descomunal para tener acceso a cierto archivo donde, supongo y sòlo eso, supongo, encontrarè datos sobe el abuelo o bisabuelo, segùn resulte.
La cosa es que entre otras cosas debo presentar una carta con motivos lo suficientemente fuertes como para acceder al archivo. Y cada vez que intento escribirla, al rigor cientìfico se antepone el afecto, no externado nunca, por el antepasado. Como un amor que nunca existiò. Como la nostalgia por lo que no se ha conocido nunca. Es una idiotez que me impide escribir la carta con suficiente objetividad como para ya avanzar en ese tràmite.
Y mientras, pienso en aquella rubia. Ahora morena. O quièn sabe si sea ya pelirroja. Ojalà le dè resaca.

Luisfey, 11:54 a.m.

enero 25, 2006

Pero entonces viene una interrupción romántica. Sí, romántica, claro, y la luna es de queso.
Decía que viene una interrupción en esto de las pesquisas y las resacas familiares porque una de estas noches me ligo a una morena en un bar muy mal iluminado y descubro, horas despúes de estarnos besando y haciendo cachondeos, que se trata de aquella rubia (ahora ex rubia, claro) que me ligué al final del año pasado, pero que en un momento dado algo hizo o dijo, que ocasionó mi huida veloz.
Y ahora de nuevo me topo con ella. No cabe duda de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En este caso, con la misma mujer.
Los tintes para el pelo femenino son, para los hombres, como las resacas: confunden y nos hacen cometer imbecilidades.

Luisfey, 8:06 a.m.

enero 23, 2006

6.
Lo siguiente es verificar la tan cacareada leyenda familiar, esa de que el abuelo en cuestión aparece en la enciclopedia Sopena.
Así, voy a casa de un amigo que tiene todo tipo de diccionarios, tumbaburros y enciclopedias; y juntos, buscamos a mi ancestro.
Demasiado ancestral resulta, para mi gusto: dice el texto que murió en 1921. Entonces, con sorpresa, descubro que no se trata de mi abuelo, pues mi padre nació en 1924; sino quizá, del padre de aquél, es decir mi bisabuelo.
Pero entonces ya estoy hecho un galimatías: el libro que me fascinó, que me hizo iniciar esta búsqueda, ¿fue escrito por quién?

Luisfey, 7:36 a.m.

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