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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.
noviembre 05, 2004
Me topé con mi vecino, quien llevaba de una correa a un bello dálmata. Tras saludarnos y comentar cómo iban las cosas, acoté "Veo que has decidido cambiar de perro, ¿qué fue del otro?". Me miró sorprendido. Luego explicó: "Éste es, te dije que le iba a dar una maquilladita, por si acaso..." No era necesario completar la frase:"por si acaso el dueño del perro, lanudo antes de encontrarlo yo, sale en su búsqueda".
Me agaché a acariciar al animal. "¡Cuidado!" gritó mi vecino, jalándolo de la correa antes que mi mano se posara sobre su lomo, "las manchas aún están frescas, por eso lo saqué a pasear".
El perro me miró fijamente y juro que, en esa mirada canina, leí "Sí, yo pienso lo mismo que tú".
noviembre 03, 2004
Mi vecino quería un perro. No cualquiera, decía, pero si le preguntabas qué raza buscaba, no te sabía contestar sino "Ah, lo sabré cuando lo vea".
Hace unos días llegó con un perro de lanas, muy descuidado. le tomó fotos en varias poses. Le tomó video. El perro daba toda la pinta de estar abandonado en las calles desde semanas atrás, tan astroso era su aspecto. Se lo llevó a la veterinaria y a la peluquería.
Cuando regresaron, yo no podía reconocer al can, bañado, rasurado como estaba. Era otro, completamente distinto. Un buen perro. No se veía flaco ni mal nutrido, no tenía cicatrices ni mucho menos: nada indicaba en él que hubiera sido el típico perro vagabundo. Se lo hice ver a mi vecino. "Bueno...", replicó él, "la verdad es que lo encontré en un parque... pero ¡no puedes negarme que estaba en una condición deplorable y que ahora será mimado como ninguno!".
No quise entrar en polémica ni decirle que lo que acababa de hacer, tenía, por donde se le viera, trazas de hurto. Cuando me marché de su casa, deséandole suerte con su nueva mascota, dijo "Mira, por si acaso, voy a darle una maquilladita".
No sé qué habrá querido decir.
