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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

abril 13, 2005

La monja Té se sacrifica más que sus hermanas de orden, pero a ellas no parece importarles.
Por eso, porque piensa que no tiene sentido mortificarse a tal grado si nadie es capaz de valorarlo, la monja Té ha cambiado su cilicio por una ancha cinta de lentejuelas doradas, que la hace ver muy guapa, y además no lastima.

Luisfey, 8:28 a.m.

abril 12, 2005

La señora Vé tenía una vaca. El señor Bé, un buey. Los terrenos de ambos colindaban y a la vez estaban separados por un arroyo. Una tarde de primavera, coincidieron en ese fresco abrevadero la vaca y el buey. La madre Naturaleza y los instintos de ambos animales hicieron lo suyo.
La señora Vé reclamó al señor Bé la fechoría cometida por su buey. Entonces y nunca antes, el señor Bé se percató de lo hermosa que era su vecina aún cuando estaba enojada.

La señora Vé y el señor Bé ahora crían ganado. Y una prole de siete infantes.

Luisfey, 11:04 a.m.

abril 11, 2005

El señor Dobleú compra fruta y verdura orgánicas. Dice que son mucho más sanas, que no tienen pesticida alguno, que el agua con que fueron regadas es casi bendita, etcétera...El señor Dobleú paga a 80 el kilo de pollo, porque es orgánico, dice. En cualquier otro lugar que no sea el expendio de productos orgánicos, el kilo del ave cuesta entre 9 y 10.
El señor Dobleú muestra su bolsa de compra, en la que se lee la frase, orgullosa de algún modo, "Esta bolsa fue hecha con retazos de tela". Quien la mira no puede sino preguntarse qué prenda de tela, del tipo que sea, no está hecha justamente así, de retazos.
El señor Dobleú no se ve realmente más saludable que cualquier otra persona, por lo demás.

Luisfey, 8:29 a.m.

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