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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

noviembre 25, 2004

Y al despertar hoy, encuentro que nuevos botones han abierto, nuevas flores hay. Compiten, por ver cuál logró mayores retoños, la Acapulco y la Casa Blanca. De hecho, no comprendo muy bien cómo sea esta especie, pero siempre he pensado que una planta o flor que se arranca de la tierra y se pone en un florero con agua, ahí se queda, ¿no? y éstas, en cambio, se han multiplicado por la sala y comedor, en sus respectivos floreros, con agua y todo. Como clonaciones. Como réplicas. Como si fuera el hogar de un obsesionado con tales flores, y que compulsivo las situara en todas partes y rincones sin poder refrenarse.

De cualquier modo, el aroma que desprenden, multiplicado ahora, es de verdad delicioso, una apasible intoxicación.
Qué sueño. Qué cansancio. ¿Qué día es hoy? No sé si es de descanso o laboral, y ya los párpados nuevamente se me están cerr...

Luisfey, 5:26 p.m.

noviembre 24, 2004

Ella me ha regalado unas flores que, me parece, o creí oirle decir, se llaman Acapulco y Casa Blanca, respectivamente; lo cual no deja de ser muy extraño porque ambas nacen de un mismo tallo que se bifurca luego, y son tan distintas... la primera es color fucsia, muy encendido, la segunda es nívea.
Ambas despiden un aroma embriagador desde el florero donde se encuentran.
Me invade el sueño, por lo que dejaré de escribir.

Luisfey, 8:47 a.m.

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