Todos los textos
© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

febrero 02, 2005

Al salir de nuestra sesión de baile fuimos a mi casa. Ella llevaba un mango de sartén que previamente escogió, diría que tras un concienzudo análisis, de su amplísima colección.
En mi cocina probamos el mango en cada sartén, por instantes me sentí un ridículo símil del príncipe de la Cenicienta. Cuando encontramos una sartén donde el mango se enroscó perfectamente, ella se puso feliz: "Siempre supe que habría de ocurrir tarde que temprano, me hice la promesa de no dejarlo escapar una vez lo hubiera hallado, y ¡es contigo que ha terminado mi búsqueda!".
Esto..., er... ella es guapa y baila bien, de modo que sus palabras mucho me emocionaron... en dirección equivocada: "Debo tener este sartén, lo compro a cualquier precio".

¿Alguna vez han querido matar a sartenazos a una bella compañera de baile?

Luisfey, 7:43 a.m.

enero 31, 2005

Mientras bailábamos, como hacemos todos los miércoles, ella dice que tiene una colección que quiere mostrarme. Acordamos ir a verla al salir.
La colección es, pueden apostarlo, de mangos de sartenes. Impresionante por numerosa. No, ninguno me resulta familiar, pero bien pensado,¿quién podría reconocer los propios entre muchos otros?
Le pregunto cómo la ha formado; responde "Han sido regalos, la gran mayoría". No imagino a nadie obsequiando mangos de sartenes, pero quizá sea una nueva moda. Le confío que en mi cocina han desaparecido todos, y me aventuro: "¿estarías dispuesta a deshacerse de uno de ellos, sólo uno, para que pueda cocinar?". Ella dice "Sólo si me invitas".
Quedamos para el próximo miércoles, después de bailar. Algo me dice que cometeré muchos pisotones.

Luisfey, 7:53 a.m.

tips

 

notas pasadas



 

Site Meter

 

This page is powered by Blogger.