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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.

octubre 21, 2005

continua...

13.
Al centro de la estancia y acostadas, Ex y Why juegan a que los hombres están en la guerra y ellas deben, por tanto, consolarse la una a la otra.
Raúl las observa desde su trono y con su tienda de campaña en los tobillos. Todos los demás están alrededor.
¿Pero no ven que están rodeadas de hombres, boludas?
Nada, nada: ellas siguen jugando a que son mamá y papá.
No, mejor, a que son mamá, y la amiguita de mamá.
Semejanza con las Barbies, de nuevo: la que ha quedado boca arriba sigue luciendo senos enhiestos, turgentes, desafiando toda ley de gravedad. Como los pechos plásticos de las muñecas.
De haber existido un diálogo, Ex le diría a Why:
"Listen, Why, I want to be frank"
Y la otra, muy contrariada, hubiera repuesto:
"Oh, no, Ex! This time I´m gonna be Frank!"
Pero no hay diálogo.
Tampoco hay excitación.
Zee, durante este jugueteo, se ha abrazado al que le parece más inofensivo del grupo y se queda con él: Federico, quien se ha enamorado, así, de un instante para otro, de Zee. Él cree que ella ha descubierto al hombre hecho y derecho que su esposa no puede ver, y desde luego, no hará nada por contradecirla. Desde ese momento, Federico sólo tiene ojos para Zee.
El tutor se pregunta por qué Zee no participa del juego de mamá y la amiguita de mamá. Donde simulan dos, bien pueden simular tres. La observa detenidamente.

14.
Raúl va al suelo. Ex y Why simulan hacerle felaciones, simulan posesiones, simulan arqueos de placer y expresiones orgásmicas. Simulan, simulan y simulan.
El celular de Federico suena. Él no lo contesta, ni se molesta en revisar quién es. ¿Quien se atrevería a hacerle esa majadería a Zee, toda una hembra?
Después sabremos, muchas horas después, que quien llamó a Federico era su mujer, para indicarle que las contracciones ya le habían comenzado y que se iba en un taxi al hospital de maternidad.

15.
Cuando el homenajeado (a estas alturas ya se ha bautizado como el "ojomeneado") se incorpora, las chicas se dirigen a los demás, que han estado mirando como espectadores en pelea de gallos.
Fotos desde cámaras digitales, celulares, desde donde se pueda.
Federico no parpadea mientras Zee bosteza largamente. Ésta se dirige hacia Vicente.

16.
Otro de los casados, Alberto, desespera: en su celular no tiene suficiente espacio para retratar aquellas escenas de orgía, que no son tales pero qué importa, igual servirán para los fines que sólo él conoce, y decide hacer sacrificios: elimina la foto de su hijo con flotadores en la alberca, y la sustituye por las frondosas curvas de Ex; da delete a la foto donde su hijo soplaba el pastel de cumpleaños y la suple por los senos de Zee, que Vicente sopesa con dos manos.
Un hombre de acción debe saber obtener ganancias de los costos de oportunidad, seguramente ha pensado Alberto, y así, ahora se desprende de la foto donde su hijo montaba en triciclo , para tomar una a Vicente, quien, regresado a su época de lactante, ha pedido a Zee que le deje fotografiarse, sumergido el rostro entre aquellos dos enormes senos, invadidos de pecas.

17.
Ante la regresión mencionada, el catedrático recuerda que cuando él mismo fue lactante, su madre se untaba escencia de vainilla en un pezón, y de fresa en el otro, así él siempre podía escoger de cuál mamar. Si el catedrático puede recordar este detalle tan añejo, ¿cómo no va a reconocer el crío de Zee los pechos de su madre en una fotografía, entonces?

18.
Instantes después, sentado al centro de un sofá de tres plazas, Raúl es un todo un homenaje trigonométrico. Senos y más senos: los de Why a su izquierda. Los de Ex a su derecha. Los de Zee literalmente descansando sobre su cabeza.
Nuevamente una regresión: Raúl recuerda lo feliz que fue cuando tuvo por vez primera orejas de Mickey Mouse.

19.
Zee protesta airada porque Alberto le ha tomado una fotografía donde sale su rostro ( y sus senos, encima de la cabeza de Raúl). Alberto promete borrar la foto. Pero no lo hace.
Ex le reprocha "recuerda que todos en este país son caballerosísimos y muy educados".
Federico aprieta los puños. Si Zee se lo indica, él obligará a Alberto a que haga lo conducente.
Alberto borra la imagen y si no fuera porque es un adulto, se diría que está a punto de ofrecer su mano para que le den un manazo por haber sido desobediente.
El profesor se dice que es hora de intervenir o habrá jaleo.

(continuará...)

Luisfey, 10:29 a.m.

octubre 19, 2005

Continúa...

7.
Otro truco, ya sin alardes de posesión, o suplantación de personalidad:
"Toma una carta".
Raúl lo hace.
"Enséñasela a alguien".
Risas desaforadas. Raúl muestra el naipe a Vicente.
"Ahora métela donde quieras".
Las carcajadas ya deben oirse en el pasillo.
"Yo te la voy a sacar" dice el catedrático, ya participando del juego, "¿cuántos años de novios tuvieron tú y Celia?"
Raúl responde.
El tutor extrae igual número de naipes y el último es aquel de Raúl.
Entonces tocan a la puerta.

8.
Tres chicas, tres, bajo contrato de hora y media: Ex, Why y Zee.
Rubia, morena y pelirroja, respectivamente. Como las Barbies.
Y, según se verá más adelante, no será la única semejanza con las muñecas.
De indudable acento argentino. Muy cortas de estatura.
Raúl se vuelca la copa en la pernera, nadie sabe por qué.
Ex reacciona enseguida, señalando la mancha con gran diversión: "¡Pero si ya te mojaste, ché!"
Why murmura: "Mmh, otro precoz..."
Zee se cuela tras ellas.

9.
Why, describe Vicente a pregunta expresa del profesor, es idéntica a como aparece en la página de internet (porque en esta era, han sido contratadas por tal medio); Ex, en cambio, no: la foto que exhibe la red debió ser tomada años atrás ("décadas atrás" precisa el catedrático, mentalmente) y en cuanto a Zee, concluye Vicente, su rostro aparecía nublado o borrado en la página, porque, según ella misma explicó por teléfono,
"Tengo un pibe en Argentina, no puedo ser retratada".
El profesor considera inútil tal precaución: nadie como un niño, para identificar los pechos de su madre. Aun sin verle la cara.

10.
Ex anuncia que, en este país, ha descubierto que los hombres son "caballerosísimos y muy educados".
Seguramente, cuando trabaja en Panamá dice " los panameños son caballerosísimos y muy educados" y no hay duda que en Chile dirá "los chilenos son caballerosísimos y muy educados".
Why pregunta si todos los ahí reunidos son amigos. Se le aclara quién es qué y por qué es la reunión.
Al catedrático le hubiera gustado mentir: "Somos taxidermistas y esta noche queremos realizar lo inédito".
Zee, tímida, no dice nada y escurre el bulto hacia el baño.

11.
Ex pide que se ponga un ambiente sensual. O tal vez dice sexy. O tal vez quiso decir "Apaguen las luces para que no nos noten la edad" pero simplemente no supo cómo.
Da media vuelta y se dirige al baño, seguida de Why.
Todos en la antesala, quien más quien menos, se encuentra emocionado.
El profesor se pregunta dónde estarán los padrotes de estas mujeres. Las dos respuestas que se plantea no le agradan:
a) fuera de la suite, esperando una señal para entrar, asaltar, huir.
b) abajo, en la calle, esperando la señal para subir, entrar, asaltar, huir.
Vicente renueva la bebida a todos.
La atmósfera de tercera llamada, tercera, impera en el ánimo colectivo.
Esteban arma una especie de escenografía con las colchas y las almohadas de las camas. Parece la tienda de campaña que ensamblan unos críos en una piyamada.

12.
Cuando Ex, Why y Zee regresan del baño, el catedrático piensa algo como "Mmh, no cabe duda: el uniforme delata".
Las mujeres sientan a Raúl en la especie de trono que improvisó Esteban y comienzan a bailarle y quitarle la ropa.
Nuevamente, la imagen de una tienda de campaña vuelve a la mente de cualquiera, al ver los calzoncillos que Raúl trae esa noche.

(continuará)

Luisfey, 7:35 a.m.

octubre 17, 2005

A Roberto, que la provocó; pero también a Emilio y Víctor, que la organizaron.

1.
La cita es a las 9 de la noche. El lugar, una suite de céntrico hotel. El motivo: Se casa Raúl y hay que hacerle su despedida de soltero.
El número de asistentes es incierto, pero por si las dudas, Esteban ya se ha provisionado de botanas, botellas y bebidas que, a su cálculo actuarial, le parecieron suficientes en cantidad para abastecer las obligaciones contingentes de esa noche.

2.
La suite se encuentra al fondo del pasillo. No sabemos si por influencias de Esteban, o si fue Vicente el de la palanca, pero los administradores del hotel han dejado sin ocupar las habitaciones que flanquean la suite, quizá como mera precaución para evitarse quejas de huéspedes, como "Hacen demasiado ruido", "Están borrachos, o qué sucede ahí", "Se escuchan gemidos, risas y hasta ladridos de perro", etcétera.

3.
Al centro de la mesa en la antesala de la suite, unas fichas de dominó, que serán guardadas, tras haber sido ignoradas por todos. Tan útiles en otros casos, sobre todo para comunicar intenciones y sentimientos (y esto lo sabe bien el catedrático, quien es de los primeros en llegar), en esta ocasión las fichas no fueron empleadas. Ni para jugar.

4.
La llegada de los asistentes es parsimoniosa, tranquila y relajada. El ritual se diría siempre el mismo, como si fuera un trámite de admisión a la suite: llegar, saludar, echar un ojo al lugar, saberse dueño, si bien por unas horas, de un lugar que incluye sauna, luego servirse un trago, tomar un puñado de cacahuates y esperar.

5.
Cuando ya parece que nadie más vendrá, el catedrático decide que hay que entretener a los caballeros, todos ellos ex pupilos suyos, mientras llega la atracción principal (contratada por Vicente y Esteban) y se dedica a hacer trucos de magia con una baraja, principalmente dedicados a Raúl, el festejado.

6.
Raúl, por supuesto, no cree que el espíritu de su futura novia, Celia, haya entrado al cuerpo del catedrático, pero entonces, ¿cómo ha hecho éste para hacer que el novio escoja justo los naipes que ella le pidió, a través de la voz del profesor?

(continuará)

Luisfey, 7:28 a.m.

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