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© Luis Felipe Hernández, México,
salvo especificación en contrario.
agosto 26, 2005
En una librería de viejo encuentro un recetario que publicó mi madre. De hecho, es un ejemplar que ella misma regaló. Lo sé porque es su letra la que dice, a manera de dedicatoria, "A mi amiga Beatriz Bracamontes, con todo mi cariño". Qué mal me caía la vieja esa: cuando iba de visita, siempre me pellizcaba las mejillas y me besaba dejándome batido en pintura y afeites, sin dejar de mencionar: "Corazón, tú y yo tenemos mucho en común". Nunca entendí a qué se refería.
Bueno, lo que hoy está claro es que la amiga se desembarazó del recetario. Y yo lo hojeo con cierta nostalgia masoquista, por si encuentro la página que más odié de niño: la que indicaba cómo hacer sopa de lentejas.
Está arrancada.
Entonces, de golpe y porrazo, todo lo mal que me caía la señora Beatriz Bracamontes, se disuelve. Sí, teníamos mucho en común.
agosto 24, 2005
En una librería de viejo encuentro uno de los libros de mi padre. Lo abro. Trae una dedicatoria dirigida a mí. Una lágrima de sorpresa, nostalgia y confusión surge inevitable mientras la leo, pues no recuerdo haberme deshecho jamás de ese ejemplar, ni haberlo regalado, ni prestado siquiera.
Curioso: la fecha de la dedicatoria ocurre tres años antes de que yo naciera.
Ay, mi papá.
agosto 22, 2005
Omegar Martìnez publica una nota en su blog acerca de la lectura que hicimos el pasado 16 de agosto, con foto y todo. La nota es de fecha 17 de agosto de 2005.
Muchas gracias, Omegar.
Entré a esta librería de viejo, a la caza de un poemario específico que he buscado ya en varias y, a pesar de que sí, de que he encontrado ejemplares del libro, con toda decepción los he dejado pues sé que no es el que busco.
Pero hoy, finalmente en ésta, lo encontré. Supe que era el que deseaba, porque, entre la página cincuenta y ocho y cincuenta y nueve, la rosa sigue ahí, tal y como la dejó Ella, cuando nos despedimos en el muelle.
Lo compro sin vacilar.
